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AI Voice AudioBook: El libro de las mil noches y una noche; t. 1 by Anonymous

AudioBook: El libro de las mil noches y una noche; t. 1 by Anonymous

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EL LIBRO DE LAS MIL NOCHES Y UNA NOCHE

TRADUCCIÓN DIRECTA Y LITERAL DEL ÁRABE POR EL DOCTOR J. C. MARDRUS

Versión española de VICENTE BLASCO IBAÑEZ

PRÓLOGO DE E. GÓMEZ CARRILLO

TOMO PRIMERO Historias: Del rey Schahriar y su hermano el rey Schahzaman.--Del mercader y el efrit.--Del pescador y el efrit.--Del mandadero y las tres doncellas.--De la mujer despedazada, de las tres manzanas y del negro Rihán.

A LA MEMORIA DEL PENSADOR POETA STÉFANE MALLARMÉ

CUANDO UN HOMBRE NO CONOCE LA BELLEZA DEL HAREM, NI HA VIVIDO EN UN PALACIO, Y SUS OJOS NO HAN VISTO LAS MARAVILLAS DE ORIENTE, NO PUEDE COMPRENDER LA INFINITA ELEGANCIA DE ESTE LIBRO.

Apenas se publicó en Francia la primera traducción de Las Mil y Una Noches, por el ilustre Galland, cuando todos los grandes escritores se sintieron atraídos por el misterio de aquel mundo desconocido. Chateaubriand, Víctor Hugo, y otros muchos, bebieron en la fuente oriental, y de ella salieron llenos de inspiración y de nuevos pensamientos.

El genio del Oriente, que había dormido durante siglos, despertó al contacto de las sensibilidades europeas, y en Europa se hizo sentir una ola de vida nueva, que inundó la literatura.

En España, los ecos de aquellas maravillas llegaron más tarde, y de un modo más débil, hasta que, con la publicación de la versión de Galland por el gran traductor y literato Don Narciso Serra, la juventud española, ávida de belleza y de novedad, se sintió fascinada por aquellos cuentos que revelaban un mundo ignoto.

Desde entonces, la literatura española ha bebido, como la francesa, en esta fuente inagotable de fantasía.

Pero la versión de Galland, si bien admirable por su riqueza de fantasía y por la gracia de su estilo, estaba muy lejos de ser exacta. Era una adaptación, más que una traducción, para satisfacer el gusto de la Europa de aquel tiempo, que quería ensueños y fantasías sin el roce de la realidad.

El Dr. Mardrus, médico y sabio orientalista, ha hecho una traducción más fiel al original, más fiel al espíritu de Oriente. Ha sido un trabajo ingente, de varios años, y lo que ha hecho ha sido un verdadero trabajo de arqueólogo literario.

La traducción de Mardrus es, no sólo más exacta, sino más apasionada, más oriental, más fidedigna al pensamiento y al sentimiento de los árabes.

A esta versión, tan fiel y tan rica, se ha unido la pluma vigorosa de Don Vicente Blasco Ibáñez, que ha sabido darle la ligereza, la gracia y el brío del castellano más castizo.

El resultado es este libro, que no es solamente una traducción, sino una obra de arte.

Es la primera vez que en España se publica una versión tan completa y tan fiel de Las Mil y Una Noches.

El público lector español, que tanto ama el arte en todas sus formas, y que sabe apreciar la belleza en sus manifestaciones más variadas, recibirá este libro con entusiasmo, pues en él hallará no sólo la maravilla de los cuentos maravillosos, sino la elegancia de la expresión española más refinada.

E. GÓMEZ CARRILLO.

HISTORIA DEL REY SCHAHRIAR Y SU HERMANO EL REY SCHAHZAMAN.

Era en la antigüedad, en la gloriosa ciudad de Samarcanda, capital de los reyes de la India y de China, un gran rey llamado Schahriar. Era justo, sabio y magnánimo, y ejercía su poder con equidad sobre sus vastos dominios. Tenía dos hermanos. El mayor, Schahzaman, era rey de Persia, y el menor, Schahriar, rey de los reinos de la India y China.

El rey Schahzaman era también un monarca respetado y temido, y gobernaba sus tierras con la misma justicia que su hermano.

Había sucedido que el rey Schahzaman perdió a su visir, un hombre anciano y sabio que le había servido fielmente durante muchos años. El rey, afligido por la pérdida, se dedicó enteramente a los negocios de su reino, sin pensar en el matrimonio.

Pero los grandes del reino, viendo que el rey no tomaba esposa, se reunieron y le rogaron que se casara, recordándole que un rey sin heredero es como un árbol sin frutos.

El rey Schahzaman, vencido por las instancias de sus súbditos, accedió a casarse, pero puso una condición: que la doncella que se le ofreciera debía ser virgen y no casada.

Los visires y nobles buscaron por todo el reino a la doncella más hermosa, y después de largas y minuciosas búsquedas, encontraron a la hija de un rico comerciante, de una belleza sin parangón.

La doncella fue llevada al palacio, y el rey se casó con ella, y la hizo su reina. Pero el rey Schahzaman, al día siguiente de su boda, se arrepintió de su decisión. El recuerdo de su visir, y la tristeza de su soledad, le atormentaban.

Una noche, después de haber pasado la noche con su esposa, el rey se levantó y la mandó matar, con la excusa de que ella le había sido infiel. Los cortesanos, aterrorizados, cumplieron la orden sin protestar.

Al día siguiente, el rey envió a buscar a otra doncella virgen, se casó con ella, y al amanecer le quitó la vida. Y así siguió el rey Schahzaman, casándose cada noche con una doncella virgen y haciéndola asesinar al alba.

El pueblo vivía en el terror, y las doncellas más hermosas eran encerradas en sus casas, temiendo el destino que les esperaba.

El rey Schahriar, enterado de la conducta de su hermano, se horrorizó. No podía creer que un rey, justo y piadoso, se hubiera convertido en un verdugo.

Fue entonces cuando el rey Schahriar decidió ir a Persia para hablar con su hermano y hacerle entrar en razón.

El rey Schahzaman recibió a su hermano con grandes honores, pero al enterarse de los motivos de su visita, se puso furioso.

—¡Hermano! —le dijo Schahriar—, ¡has perdido la razón! ¿Cómo puedes asesinar a tus esposas cada mañana?

El rey Schahzaman, con voz temblorosa, le contó a su hermano la traición de su primera esposa, y cómo, desde entonces, había perdido la fe en todas las mujeres.

—He jurado —dijo Schahzaman—, que nunca más me casaré con una mujer que no haya conocido antes. Y como todas las mujeres son iguales, he decidido que ninguna vivirá para traicionarme de nuevo.

El rey Schahriar, al escuchar las palabras de su hermano, sintió una profunda tristeza. Comprendió que el dolor había convertido a Schahzaman en un monstruo.

—Hermano —dijo Schahriar—, tu dolor es grande, pero tu castigo es injusto. No todos los hombres son iguales, y no todas las mujeres son infieles.

El rey Schahriar se quedó en Persia varios días, tratando de consolar a su hermano, pero Schahzaman no quiso escucharle. Finalmente, decidió volver a sus dominios.

Pero el rey Schahriar, al llegar a su palacio, se encontró con una noticia que le destrozó el corazón. Su esposa, la reina, a la que amaba profundamente, le había sido infiel.

El rey, cegado por la cólera y la desesperación, sintió el mismo veneno que había envenenado el alma de su hermano. El dolor le hizo olvidar su bondad y su justicia.

—¡Mujeres! —gritó Schahriar—. ¡Todas sois iguales! ¡Todas sois traidoras!

El rey Schahriar tomó una terrible resolución. Mandó llamar a su visir y le ordenó que le buscara una doncella virgen cada noche, y que al amanecer le entregara la cabeza de la infeliz.

El visir, aterrado, se vio obligado a obedecer. Y así, la sangre comenzó a correr en el palacio de Samarcanda.

El pueblo vivía en el espanto, y las familias más nobles escondían a sus hijas, temiendo el decreto del rey.

El visir, desesperado, no sabía qué hacer para detener la matanza. Buscó por todas partes, pero no encontró ninguna doncella que estuviera dispuesta a sacrificar su vida por el placer de un rey loco.

Entonces, la hija del visir, una joven de gran belleza y aún mayor inteligencia, llamada Scherezade, se presentó ante su padre.

—Padre —dijo Scherezade—, yo me ofrezco al rey.

El visir, al oír esto, se puso pálido.

—¡Hija mía! —exclamó—, ¡estás loca! ¡El rey te matará al amanecer!

—Padre —respondió Scherezade con calma—, si no hago esto, el rey seguirá matando a las hijas de otros. Yo tengo un plan.

El visir, a pesar de sus temores, no pudo resistir la voluntad de su hija.

La noche siguiente, Scherezade fue llevada al palacio y presentada al rey Schahriar. Era tan hermosa y tan elocuente que el rey quedó prendado de ella.

Esa noche, Scherezade comenzó a contarle una historia al rey. Era una historia maravillosa, llena de aventuras, de magia y de encantamientos. La narración era tan cautivadora que el rey se olvidó del tiempo.

Cuando el alba comenzaba a despuntar, el rey sintió una profunda pena al ver que la historia llegaba a su fin.

—¡Oh, rey! —dijo Scherezade—, si me permites vivir un día más, te contaré el final de esta historia, y te contaré otra aún más maravillosa.

El rey Schahriar, fascinado, concedió a Scherezade un día más de vida. Y así, noche tras noche, Scherezade continuó contando historias, tejiendo un tapiz de relatos tan fascinante que el rey olvidaba su sed de sangre y su odio hacia las mujeres.

Y este fue el comienzo de Las Mil y Una Noches.

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